El té es un producto vivo, orgánico, y como tal, delicado. Si a ello le añadimos que su disfrute es un sutil placer de los sentidos, tanto más motivo para procurar conservarlo con todas sus cualidades organolépticas y más particularmente de aroma y sabor.
Entonces, ¿cómo hemos de conservar el té? El té ha de almacenarse en un lugar fresco, seco y oscuro, preferentemente en una lata o bote opaco y hermético.
Es recomendable mantener el té lejos de olores fuertes ya que, al ser un material poroso y en estado seco, absorbe olores fácilmente. Ése es el principio de los tés aromatizados: gracias a su capacidad de absorción podemos añadirle aromas de otros productos, como frutas o flores. Sin embargo, todo olor indeseado puede estropear el placer de una taza de té… o de muchas. Por eso es recomendable que el recipiente de conservación sea hermético: no sólo impedirá que el aroma del té se pierda sino que también servirá de barrera para agentes externos como humedad u olores.
El té verde es el más delicado. Aunque se almacene correctamente, sus cualidades sólo permanecerán inalteradas durante semanas y no meses.
Té en bolsitas
El té en bolsitas no tiene gran dificultad; al ser té en polvo ha perdido ya toda la humedad que podía perder, y no va a absorber tampoco un gran volumen de humedad ambiente porque normalmente su capacidad de absorción es pequeña. Además, si es negro tampoco se va a oxidar más de lo que ya está, algo que sí puede que ocurra con el té verde. Sí puede llegar a estropearse en ambientes muy húmedos, o, más probablemente, puede perder aroma.
Si compras té en bolsitas, asegúrate de no quitar el envoltorio de plástico que suelen llevar las cajas hasta que vayas a consumirlo. Después, procura mantenerlo en un lugar seco y ve consumiéndolo de vez en cuando, aunque tengas otras opciones. Es posible que, si te das cuenta de que no lo consumes cuando lo necesitas sino para que no se estropee, acabes por no comprar más.
Cuánto tiempo dura el té
El té en hojas o a granel debería consumirse durante el primer año, ya que puede perder cualidades una vez pasado este periodo de tiempo. Si además la forma de conservación no ha sido correcta, puede estropearse mucho antes.
En general, lo mejor es irlo comprando a medida que lo vas consumiendo. A veces es tentador hacer una gran compra por Internet para amortizar los gastos de envío, pero conviene moderarse, sobre todo si estás comprando tés para probarlos por primera vez. Es diferente si compras té de consumo regular.
El mejor contenedor
No compres té que venga en un contenedor transparente, sea del material que sea, porque no sabes cuánto tiempo ha estado expuesto a la luz.
Por regla general, el té conservado en papel o cartón puede durar un año; quizás un poco más si las condiciones de conservación son buenas, pero no es desde luego la mejor opción. Si lo guardas en una bolsa de plástico o en un contenedor de metal (acero inoxidable es lo mejor), o quizás en un frasco de vidrio hermético, no es raro que te dure en perfectas condiciones dos años y más si es negro o oolong; perfectamente un año si es verde o blanco. El té rojo (lo que solemos llamar ‘té rojo’ como el Pu Erh pero también se llama ‘té oscuro’) aguantará más tiempo, sobre todo si es un té envejecido.
Existen frascos de acero inoxidable con doble tapadera, otros con junta de silicona; en fin, hay muchas formas disponibles, así que seguro que encuentras envases de tu gusto en tu tienda habitual. Intenta evitarlo pero, si usas material transparente para guardarlo (plástico o vidrio), asegúrate de protegerlo de la luz. Y siempre, siempre, lejos de productos químicos y olores fuertes. El armarito de las especias o la caja del café no son buena idea. Intenta además separar los tés especiados de los puros, para que no se ‘contagien’ aromas. Tampoco es bueno guardarlo en la nevera o el congelador; es mejor a temperatura ambiente porque los cambios de temperatura no le gustan y además en la nevera podría absorber olores y humedad.
Por muy bueno y hermético que sea el recipiente en el que conservas el té, si no está lleno (o hecho el vacío), el té se conservará peor que si hay más cantidad de té y por tanto menos aire dentro.
En el caso de que hayas comprado por ejemplo un kilo de té porque es el que vas a tomar a diario, lo mejor es que tengas un recipiente intermedio que vayas rellenando a medida que lo consumes; de esta forma no estarás abriendo continuamente el envase grande y exponiendo su contenido al aire y la humedad.
¿Y si tengo té desde hace tiempo?
Si se te ha despistado un té al fondo del armario y lo usas después de unos años, es posible que tengas que infusionarlo un poco más de tiempo para que libere todo su potencial. El té aromatizado es más sensible al paso del tiempo, porque los aromas de las esencias añadidas pueden perderse con más facilidad al ser más volátiles. Por eso conviene consumirlo antes de un año.
Si pruebas el té después de un tiempo y resulta que ha perdido fuerza, sabor o aroma, siempre puedes usarlo para cocinar, o tostarlo si es té verde.
Si el té ha estado aislado de la humedad, no se habrá estropeado; pero si notas que está blando o huele a hongos, ha llegado el momento de deshacerse de él con tristeza, sobre todo si es un raro té que apenas has probado. Por eso merece la pena conservarlo con cuidado.
Una excepción a la conservación en seco son los tés fermentados. Es conveniente seguir siempre las indicaciones del vendedor, pero normalmente los tés fermentados envejecidos se benefician de cierta exposición a un ambiente ligeramente húmedo. Un buen té fermentado añejo puede durar, en condiciones ideales, indefinidamente.
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